Con motivo de la inclusión en cortorama de su cortometraje «Un pequeño paso«, nos hemos animado a hacerle una entrevista a Jorge Moratal, al cual ya le hicimos un especial en nuestra sección «Conociendo a…». Podéis ver su primer corto también en cortorama: «Omnisciente«.
Esperamos que os guste la entrevista.
¿Cómo surgió la idea de Un Pequeño Paso?
Me gustaría decir que fue un golpe de inspiración, pero lo cierto es que surgió a fuerza de forzar la maquinaria. Yo estaba trabajando en el rodaje de una serie de Movistar+ en ese momento y no tenía tiempo para hacer mucho más, pero todos los domingos me reunía con Nacho (co-director y co-guionista del corto) en un pub para hacer brainstorming. Por algún motivo, entre cientos de ideas absurdas, la que más nos convenció fue Un Pequeño Paso. No sólo nos interesó la premisa, sino que, además, ilusos de nosotros, pensamos que sería un corto sencillo de rodar. Nos pasamos los siguientes tres o cuatro meses construyendo una nave espacial, aprendiendo a coser para tejer el traje de astronauta, diseñando maquetas, etc, etc. Y todo para acabar con un corto de tres minutos. Fue mucho trabajo, pero, sin duda, mereció la pena.

¿Os ha sorprendido el buen recorrido que ha tenido el corto por festivales?
Cuando se te ocurre una idea para un corto – sobre todo si es en un pub a altas horas de la noche – tiendes a pensar que es la mejor idea jamás concebida por el hombre y que cambiará la historia del cine para siempre. Después, poco a poco, vas poniendo los pies en la tierra y rebajando tus expectativas hasta el punto en el que con que alguien esté sonriendo ligeramente al terminar los créditos te das por satisfecho. En cierto sentido, esa dualidad se mantiene cuando empiezas a mandar el corto a festivales. Cuando te seleccionan o ganas algo, parte de ti exclama “¡Obviamente!” y otra parte no da crédito: “¿En serio? ¿Un premio? ¿¿Pero de verdad estamos hablando del mismo corto??”
¿Cómo empezó tu fascinación por el cine? ¿Y cuándo te diste cuenta de que querías dedicarte a ello?
Cuando era pequeño mi padre le regaló a mi hermano mayor una cámara de vídeo. Empezamos a rodar películas caseras en el jardín hasta que mi hermano creció y empezó a dedicar su tiempo a tareas más serias. En ese momento, hice mía la cámara y recluté a mis amigos del colegio para rodar cortos y sketches de comedia. Por desgracia, mis amigos también maduraron. Me di cuenta de que, si quería seguir haciendo películas, no tenía más remedio que dedicarme a esto profesionalmente.
Has trabajado en series de televisión tanto en Estados Unidos como en España, ¿qué diferencias ves entre ambas industrias?
Es difícil hacer este tipo de comparaciones sin caer en estereotipos, pero en mi experiencia diría que la industria americana está, para lo bueno y para lo malo, más estandarizada. El aspecto positivo es que hay vías de acceso más claras para el talento emergente. El negativo es que mucha gente, sobre todo guionistas y directores, se acaban sintiendo como el burro que persigue la zanahoria; da la sensación de que estás avanzando (consiguiendo agente o representante, trabajando de asistente en una sala de guionistas, yendo a festivales, etc.), pero tu sueño de crear algo propio y original sigue pareciendo igual de lejano.
Tu primer corto, Omnisciente, contaba con la presencia de Manolo Solo. ¿Cómo surgió ese proyecto y cómo acabó uniéndose a él Manolo Solo?
No sabría decirte cómo surgió la idea exacta, pero sí recuerdo que, como muchos otros de mis cortos, estaba enmarcada dentro de una línea general muy clara: hacer algo barato. En este caso, sólo necesitábamos cinco actores, una mesa y, a ser posible, una cámara. Cuando los elementos con los que juegas son muy controlables, es más fácil centrarte en ellos y soñar a lo grande; y así es cómo Celia Mira (la productora del corto) y yo nos planteamos contar con Manolo Solo. Conseguimos su contacto a través de un profesor de la universidad que había rodado con él y Manolo no pudo ser más amable y generoso con su tiempo. Tiene una agenda tremendamente apretada y, aun así, sacó dos días para nosotros; uno para rodar su escena y otro para grabar la voz en off. Además, justo un par de semanas después de estrenar el corto, Manolo ganó su primer y merecidísimo Goya. ¡Así que nos salió la jugada perfecta!
Tanto Un Pequeño Paso como Omnisciente tienen algunas características comunes: un tono cómico y algo paródico, un giro inesperado al final, un interés especial por el aspecto formal. ¿Forma esto parte de un estilo consciente?
Diría que sí, pero sólo hasta cierto punto. Creo que las similitudes entre mis cortos tienen más que ver con las limitaciones presupuestarias y con la propia naturaleza del formato que con una pretensión estilística. Para empezar, a la hora de escribir un corto, al ser un formato tan breve, tienes que plantear una premisa que sea fácilmente reconocible por el espectador; no puedes perder tiempo estableciendo personajes, mundo y trama. En ese sentido, jugar dentro de un género sirve como una pequeña muleta: el espectador entiende cuáles son tus intenciones desde el minuto uno e, inconscientemente, trata de adelantarse a ellas. Una vez que has creado expectativas en el espectador, es mucho más fácil hacerlas volar por los aires. De ahí el intento de tener siempre un giro final que deje huella.
Has trabajado leyendo guiones para estudios y festivales. ¿Cuáles crees que son las cualidades de un buen guión?
Ojalá conociera la fórmula secreta, así no tendría que trabajar de lector de guiones para estudios y festivales. Dicho esto, lo cierto es que después de leer tantos guiones sí que terminas por detectar algunas características que se repiten y que ayudan a distinguir entre un guión “profesional” y un guión “aficionado.” Siempre hay excepciones, por supuesto, pero un guión profesional tiende a ser mucho más claro y eficiente; no tienes que leer un párrafo tres veces para entender lo que está pasando. Un guionista profesional, además, sabe ponerse, no sólo en la piel de sus personajes, sino también en la del lector: sabe cuándo algo resulta redundante y puede eliminarse, sabe cuándo un giro se ve venir y debe esconderse, sabe cuándo el protagonista pierde la simpatía del lector y debe recuperarla, etc. Por eso, una de las maneras más rápidas de mejorar como guionista, es dejar que gente en la que confías lea tus guiones y los ponga a caldo.
¿Cuál es tu objetivo a largo plazo?
Vivir muchos años y no envejecer nunca. Y en el terreno artístico, me encantaría poder escribir y dirigir mis propias películas algún día. Hay muchos más elementos en mi lista (publicar otro libro, crear una serie de televisión, incluso, ya puestos, grabar un disco de estándares del jazz americano), pero si sólo pudiera quedarme con un objetivo sería escribir y dirigir una película. Por ahora, Nacho y yo estamos preparando otro cortometraje, más largo y ambicioso, que pueda servir como paso intermedio entre el formato corto y el largo. Y, al mismo tiempo, estoy desarrollando una serie con una productora española. Así que, como se suele decir, “partido a partido.”
Y hasta aquí la entrevista a Jorge Moratal, muchas gracias por leernos y, ¡muchas gracias a Jorge por atendernos!