Última actualización: 06/12/2023 20:34 (hora España peninsular)

En el artículo de hoy reseñamos el cortometraje Cosas de chicos (2022) de la directora Raquel Colera, que nos habla del papel del sexismo durante la infancia y la adolescencia.

En una entrada reciente al blog a propósito de Cementerio de coches (Miguel Ángel Olivares, 2023) hablamos sobre filmes que tratan el tema de la amistad infantil, así como los procesos de educación y madurez en la adolescencia: Cuenta conmigo (Stand by Me, Rob Reiner, 1986), Barrio (Fernando León de Aranoa, 1998) o el cortometraje Sueños (Daniel Guzmán, 2003), fueron algunos de los ejemplos sacados a colación, además de la pieza de Olivares.

La propuesta que hoy reseñamos, sin embargo, llama la atención sobre un punto no abordado por ninguno de aquellos títulos: la discriminación de la figura femenina en el marco de un grupo de niños. Es decir, la imposición de una diferencia basada en “cosas de chicos”, como bien adelanta el título, de las que paulatinamente la protagonista será desplazada en base a roles de género.

Pero antes de desarrollar esta idea, adentrémonos en la sinopsis de la obra.

 

¿De qué trata el cortometraje?

Cosas de chicos nos narra la historia de Marta (Shiara Fernández), una chica de doce años que comparte las tardes con su grupo de amigos en un tranquilo pueblo rural. Dedican los días a montar en bici y reunirse en una humilde caseta por ellos mismos construida. No obstante, un día un joven adolescente, Loren (Marco Sanz), interrumpe la rutina del grupo y comienza a sembrarles ideas explícitamente sexistas. Al ser la única chica de la pandilla, Marta será la más perjudicada por semejantes ideas…

Como puede colegirse de esta sinopsis, el cortometraje apuesta por un cuestionamiento implícito de los roles de género. Ello se vislumbra en el revelador inicio de la obra: una cámara en mano inestable sigue los movimientos de dos pies que patean un balón, esquivando a varios contrincantes durante un partido de fútbol. Vemos los rostros de los adversarios, todos niños, pero no vemos la cara del personaje que controla la pelota. Efectivamente, la enunciación adopta en plano subjetivo la posición del mismo, emulando sus ágiles movimientos mediante el irregular pulso de cámara. Cuando chuta y marca gol, venciendo a sus oponentes, un grupo de niñas acompañadas de un bebé celebran el gol a lo lejos, a modo de público espectador. Los jugadores, por su parte, se lanzan a celebrar entre vítores el gol.

Tráiler de Cosas de chicos (2022)

La distinción entre niños y niñas parece evidente: los niños juegan (papel activo), las niñas miran (papel pasivo). Sin embargo, cuando todos los compañeros se abalancen cariñosamente sobre el personaje protagonista, autor de los regates y el gol… ¡sorpresa! Este es una niña: Marta, la protagonista. Todo el cortometraje continuará la senda marcada por esta sorpresiva apertura, asumiendo el punto de vista de Marta a la hora de representar la transformación del grupo de infantes en adolescentes “adoctrinados”.

Esta focalización se desprende de una mirada detenida y pausada de la narración sobre el personaje de Marta. Lo percibimos mientras desayuna acompañada de sus padres, cuando ellos quedan invisibilizados en el fuera de campo y el primer plano de la joven se mantiene durante más de treinta segundos, mostrando cómo ella escucha la conversación de sus progenitores. Pero también cuando monta en bici acompañada de sus amigos, en un bello plano frontal de seguimiento donde sus compañeros quedan desenfocados, al igual que la naturaleza que les envuelve, y la música parece sumergirles en una aventura silvestre. Tal detenimiento no es gratuito. Al contrario, armoniza con la atmósfera bucólica del corto, imbuida en los ritmos del campo, en la tranquilidad del verano y la inocencia de la infancia. Dicha atmósfera se ha podido apreciar recientemente, aunque desde otra perspectiva, en la naturaleza gallega que rodea al grupo de adolescentes de Live is Life. La gran aventura (Dani de la Torre, 2021).

Tráiler de Live is Life. La gran aventura (Dani de la Torre, 2021).

Pero este sosiego se ve perturbado por la llegada de Loren, caracterizado explícitamente como una figura de transgresión. Desde su ruidosa primera aparición en moto, pasando por su incitación a fumar a los niños, el joven representa la perversión de la infancia, la incorporación de la culpa en esa inocencia original.

No obstante, el mayor daño que propicia Loren en la historia —en tanto que el corto adopta el punto de vista de Marta— son las constantes referencias sexistas a las mujeres, vistas como cuerpos deseables y borradas como sujetos de opinión. Este último rasgo ya destaca en el primer encuentro entre Marta (con sus amigos tras de sí) y Loren, puesto que el joven machista no dirige la palabra a la niña, obviando sus preguntas y comentarios. Más adelante, cuando todos compartan una tarde en la cabaña, una afirmación del chico será demoledora para la protagonista: “somos demasiados hombres para ser una chica, ¿no creéis?”.

Esta pregunta, que será acompañada de comentarios sexistas sobre el cuerpo de Marta, marca el punto de inflexión en la obra: la división del grupo en chicos y “chica”, lo que deviene en imposibilidad de la chica para seguir los pasos de los “nuevos” chicos…

La confluencia de una niña en el contexto de un grupo de niños ha sido una temática escasamente abordada por el cine, al menos en comparación a los títulos ya comentados sobre grupos de amigos (en explícito uso del masculino). Algunos ejemplos recientes de dicha excepción serían la serie Stranger Things (2016-presente), con el personaje de Once (Millie Bobby Brown) destacando en la pandilla de los cuatro varones protagonistas, o la película de animación Luca (Enrico Casarosa, 2021), con la infatigable Giulia como estelar irrupción en la amistad entre los dos amigos protagonistas (Alberto y Luca).

Tráiler de la serie Stranger Things (2016-presente).

Pero a diferencia de estas, Cosas de chicos apuesta por una mirada realista que sepa definir, en el contexto de la infancia y adolescencia, la crudeza de los estereotipos. El proceso de reinvención identitaria que Loren impone en el grupo, dirigiendo a los niños en aquello que deberían pensar, desear y hacer, también implica la reinvención identitaria (y forzosa) de Marta quien, en un simbólico primer plano, observará su borroso reflejo en el baño, trasunto de su estado de profunda confusión.

El encuentro traumático de la infancia con la realidad adulta y toda la ideología que ella implica ha sido una constante en el cine español, desde la célebre El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973), pasando por Cría cuervos (Carlos Saura, 1976), hasta llegar a títulos recientes como Verano 1993 (Estiu 1993, Carla Simón, 2017), Las niñas (Pilar Palomero, 2021) o Libertad (Clara Roquet, 2021). Todas ellas, y especialmente en el caso de las tres últimas, están protagonizadas por niñas que lidian con un sistema de valores que condiciona sus ideas, gustos y acciones. Un choque entre el querer y el deber ser.

Tráiler de Las niñas (Pilar Palomero, 2021)

La meritoria originalidad del corto de Raquel Colera, aun apoyándose en dicha tradición de cine español, reside en su capacidad por representar el punto de encuentro entre la pérdida de la inocencia y la imposición desigual de roles de género mediante el diálogo entre niños y niñas, es decir, su interés por mostrar el momento exacto en que el sistema divide violentamente lo que el corazón infantil siempre unió.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.